La actual generación de padres se debate entre un mundo laboral más agresivo y una familia en constante cambio. En la pelea, la escuela no ayuda, dice un experto.
El lujo que se da Barack Obama de ser presidente de Estados Unidos y a la vez ser el que menos actividades extracurriculares de sus hijas se pierde no se lo da cualquiera. Para la actual generación de padres de niños en edad preescolar y escolar, las altas exigencias del mercado laboral y de la escuela son una mezcla explosiva.
Y ni siquiera Obama sale tan bien librado: a comienzos de semana fue noticia el reclamo que le hicieron por hacer alarde de que nunca se ha perdido una sola reunión escolar. Lo eligieron para ser presidente y no padre de familia, le reclaman.
La explicación del enojo está en que, mientras los espacios laborales exigen ahora que las personas tengan una dedicación casi permanente, «la familia como espacio privado se vuelve incómoda», dice Andrés Gaitán Luque, director del Centro de Estudios de Pedagogía y Familia de la U. Pedagógica.
«El problema de la sociedad actual es la soledad de los niños. El poco tiempo libre de los empleados lleva a mala alimentación, jóvenes con problemas…», reflexiona la gerente de talento humano de la empresa Pat Primo, María Teresa Gutiérrez.
La reflexión de Gutiérrez es pertinente porque en su firma decidieron atacar el problema: crearon una guardería para empleadas como Ana María Buitrago (ver foto), que es madre cabeza de familia con un hijo de 2 años. La ventaja es que él también cumple horario en la empresa: va a una guardería interna con otros 80 niños.
En el caso de los padres con niños en edad escolar, la escuela se ha convertido en otro espacio exigente y acaparador, que no le ayuda mucho a la pelea casa-trabajo, dice Jairo Estupiñán, director de la Maestría en Psicología Clínica y Familia de la Universidad Santo Tomás.
«Educación no solo significa escuela. Y un ámbito especializado de lo educativo como es lo escolar ha invadido una cantidad de espacios que no le competen», añade Gaitán. Se refiere puntualmente al cúmulo de tareas que parecen impuestas más para que el papá trasnoche que para que el niño aprenda.
La paradoja del asunto es que mientras se critica cada vez más a los padres por dejarles la crianza de los hijos a la escuela o la televisión, los espacios para evitarlo se cierran cada vez más, concluye Estupiñán.
Que el trabajo le ayude a la casa
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) abrió hace un año un programa nacional para promover que las empresas entiendan que mejor los espacios familiares: ‘Derecho a la felicidad‘.
Dejar que los niños pasen jornadas enteras con sus papás en el trabajo, organizar paseos familiares para los trabajadores o abrir hogares infantiles en las mismas instalaciones de las empresas son algunas de las iniciativas que apoya el Icbf en, hasta ahora, 215 empresas.
Maestros: el colegio no lo es todo en la vida familiar
- Las tareas son de los niños, no de los papás. Pueden supervisar, pero no hacerlas por ellos. «Quien debe pasar el grado es el niño, no el padre», dice Andrés Gaitán.
- Las escuelas deberían ofrecer menús variados en espacios de encuentro con los padres.
- Para Jairo Estupiñán, los padres deben hablar más de sus familias en el trabajo, pues las empresas suelen obviar la vida personal.
- Aunque el trabajo exija tiempo, los papás deben estar pendientes de promover hábitos de estudio y disciplina en los hijos.
- Es importante la presencia de los padres en los momentos de evaluación, como garantes de que el niño fortalezca lo que más se le dificulta.
- La nueva generación de padres suele ser obsesiva al estar pendiente de cada detalle, por la culpa que genera estar ausente mucho tiempo.
FUENTE: ELTIEMPO.COM